El sendero del discipulado es difícil de hollar, y más aún el sendero de iniciación. El iniciado es un guerrero cubierto de cicatrices, el vencedor de muchas luchas. Para el mundo, es considerado un hombre de gran influencia, que maneja poder espiritual, personifica ideales y trabaja para la humanidad, e inevitablemente traerá resultados que reconocerán las futuras generaciones. Iniciado es aquel que, a pesar de todas sus grandes realizaciones, rara vez es comprendido por su propia generación. Con frecuencia es blanco de la maledicencia de los hombres y a menudo no se lo interpreta bien; ofrenda todo lo que posee tiempo, dinero, influencia, reputación y todo lo que el mundo considera de valor sobre el altar del servicio altruista y frecuentemente ofrece su vida como dádiva final, sólo para descubrir que aquellos a quienes ha servido, rechazan su ofrenda, desprecian su renunciamiento y lo vituperan. Pero al iniciado no le importa, pues tiene el privilegio de ver el futuro y reconocer que la fuerza por él engendrada, cumplirá el plan a su debido tiempo; además sabe que su nombre y esfuerzos están registrados en los archivos de la Logia y son conocidos por el Observador Silencioso que vigila los asuntos de los hombres.